Por Juan Tomás Valenzuela
Si ahora peligra la silla
de Rodolfo Abinader,
no es por Moreno, ni Abel,
ni Leonel y su pandilla.
Es por un tal Mantequilla,
que al igual que el nazareno,
le entregan dinero ajeno,
y como el pan y los peces,
pueden verlo como crece
con el mayor desenfreno.
Wilkin, ha cogido fama
como Jhonny Portorreal,
porque sabe administrar
más que el de calzados Lama.
Y hasta la primera dama
de gobierno de Leonel,
dice confiar más en él
que el cuejnú de su marido,
porque no hace tanto ruido
y resuelve más que él.
La gente cree en Mantequilla,
un imberbe circunciso,
más que en Luis, Valdez Albizu
y que El Negrito de Villa.
Más que en Maxi Montilla
y el ladrón de su cuñado,
más que en Rondón, que en Conrado,
que el jablador de Alvarito,
y más que el calvo maldito
que cree será postulado.
Mantequilla, ahora mismo,
cuenta con más seguidores
que todos los malhechores
que profesan el bochismo.
Mucho más que el sincretismo
que se atribuye a Leonel,
la pajarería de Abel,
la fortuna de Gonzalo,
la honradez del come escualo
y el grajo de Candelier.
Si Mantequilla postula
su ambición electoral,
sería capaz de ganar
a Bolsonaro y a Lula,
a la dientona gandula
que era mujer de Leonel,
al mismito Abinader,
si se enfrenta a este portento,
al cornudo de lo vientos
y a cualquiera del cártel.
Juan de los Palotes
5 octubre 2022